miércoles, 22 de septiembre de 2010

La ley pareja no es dura .




Nota del diario El Día
22 de Septiembre de 2010
Bs As


Pese a las leyes que en forma expresa la prohíben, sigue en la Ciudad la tracción a sangre



Con buen criterio, varias entidades proteccionistas de animales han vuelto a reclamar que termine de una buena vez en nuestra ciudad la tracción a sangre que utilizan, mayoritariamente, los cartoneros. A ningún observador escapa que son cada vez más los carros tirados por caballos, aunque también resulta llamativa la completa ausencia de control municipal sobre esa modalidad de transporte que, como es sabido, está expresamente prohibida en la Ciudad desde hace décadas.

Tal como se informó distintos puntos del centro platense aparecieron empapelados con afiches alusivos al Día del Caballo -que se celebró anteayer en recuerdo de la proeza concretada en 1928 por el jinete Aimé Félix Tschiffel y que unió las ciudades de Buenos Aires y Nueva York montando a los caballos criollos "Gato" y "Mancha"- en los que las entidades proteccionistas calificaron la tracción a sangre como un flagelo.

Se dijo también que el reclamo -enmarcado en una campaña nacional, pues la manifestación se expresó en varias ciudades del país- está dirigido al cumplimiento de normativas municipales, provinciales y nacionales que prohíben la circulación de carros tirados a caballo.

La protesta destaca la vigencia de la ordenanza municipal 7.280 -promulgada en 1969- y de la ley nacional 14.346, ambas normas determinantes de la prohibición de que los animales circulen en la vía pública.

A su vez, en el marco normativo provincial, el Código de Tránsito permite la tracción a sangre nada más que a aquellos vehículos de "carácter histórico y folklórico", y esa clase de transporte "podrá circular por vías públicas pavimentadas con carácter excepcional y previa autorización emitida por autoridad municipal y/o policial según circunstancias que serán determinadas por la reglamentación".

Lo que debería quedar perfectamente en claro es que las normas están para ser cumplidas. Y si existiera un criterio antagónico, deberían impulsarse reformas de esa legislación, sin dejar de acatarla -por supuesto- mientras se mantenga en vigencia. Estas son nociones básicas del ordenamiento jurídico. Lo cierto es que, así como no se cumplen las normas que prohíben la tracción a sangre, también se han ignorado otras ordenanzas que establecen prohibiciones y regulan el uso del espacio público.

Se está, tanto en éste como en muchos otros casos, ante incumplimientos peligrosos, porque, en definitiva, sientan el precedente del "todo vale", como si cualquiera pudiera hacer lo que quiere, aun cuando las normas vigentes lo prohíban, ante la mirada indiferente y negligente de la administración municipal

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